sábado, 10 de enero de 2015

Tengo miedo a ese momento

Tengo miedo a ese momento inevitable en el que la radio se encenderá sin avisar.
Yo estaré dormida, tapada con mi nórdico hasta la barbilla y al principio, confusa, me sentiré molesta por las voces que de forma intrusa se han colado entre mis sueños, pero no lograré identificarlas hasta pasados unos segundos.
Después, sacaré sin energías mi mano derecha y por medio del tacto, me guiaré hasta el despertador. Encontraré ese botón redondo que me permite disfrutar cinco minutos más del trance y volveré a cerrar los ojos, intentando recordar qué estaba soñando para retomarlo por donde lo había dejado.
No me gusta tener tantos días de vacaciones:
-Fallas+Semana Santa+Semana de Pascua+Lunes festivo. 3 semanas seguidas.
En la playa y comiendo helados. Despertándome muy tarde. Asomada en la ventana observando el movimiento de los barcos. Camisetas de manga corta, dedicar horas a un puzzle, comer ensalada de pasta. ERA COMO ESTAR EN VERANO.
Y de repente... una mano enorme, como si yo fuera un hámster en una tienda de animales, me saca del lugar donde me sentía segura y me devuelve a la rutina.
SÉ QUE NO TENGO MOTIVOS PARA QUEJARME. SÉ QUE LA VIDA UNIVERSITARIA NO ESTÁ MAL, QUE HASTA PUEDE SER DIVERTIDO. Sé que no tengo que discutir con ningún jefe machista ni entregar un informe que se necesitaba para ayer. Sé que no tengo que ganar dinero para alimentar a dos hijos y sé que no tengo que esperar hasta las dos de la madrugada a que mi marido venga borracho del bar.
Pero...
No tengo ganas de escuchar durante dos horas a un profesor egocéntrico y egolatra que nos obliga a comprar el último libro que ha escrito bajo la amenaza de que va para examen, ni de quedar para hacer trabajos, ni de pasar apuntes, ni de tener que comer todos los días fuera, ni de que llegue mayo, cuando tendré que empezar a estudiar... ni mucho menos junio, cuando uno detrás de otro, vienen mis exámenes a decirme "Hola!! Ya estoy aquí otra vez!!" Buenooo, LO SUPERARÉ! Si en el fondo me lo paso bien... simplemente teneís que entenderme, el trauma postvacacional es muy duro.
Así que, al igual que en mis momentos de debilidad, vuelvo a pedir abrazos y achuchones muy fuertes!! (sin pasarse, que aún recuerdo un abrazo de hace... unos 4 años. Fue en un banquito, esperando el metro. Casi me ahogo. Estuve tosiendo 10 minutos. Si es que hay gente que tiene la fea costumbre de ir al gimnasio y claro...)

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